Hablar, emprender el arduo destino del dialogo, es
un espacio abierto que siempre tiene por impulso la necesidad de ser conocido
por el otro que permite mi expresión, ¿pero quién es el otro? No es un otro
físico, no es nadie, es más bien aquello que no es o que solo es en la medida
en que se presenta a su vez ante otro. Es decir, el otro soy yo mismo en
el proceso de dialogar, y no soy nada sino ese proceso que si desapareciera
arrasaría conmigo mismo.
Hace años que abandone el dialogo seguro y
sentencioso de las cosas ya sabidas, pero ahora el impulso de dialogar aparece
de nuevo ¿Qué derroteros deparara?
El verbo alemán erinnern nos remite a lo que
en español podríamos llamar superación dialéctica, pues implica recordar,
interiorizar y por lo tanto abandonar. Así este nuevo espacio, es fruto de otro
que ha sido abandonado, pero cuyo espíritu prevalece en sus nuevas páginas,
aunque ya no sea el mismo de antes. Lancemos entonces esta botella al mar y
veamos que costas le están esperando.
Comentarios
Publicar un comentario